Año 2021: “Pedagogía de la complejidad en Acción” “El pensamiento complejo es un desafío que puede llevarnos a vivir como quien danza, en la conciencia de la música, que no está lista, pero va cambiando, o siendo creada y renovada, a medida que iniciamos los movimientos. Vivir, danzar se asemeja a una mezcla de entrega y conciencia de sí, del otro, de la totalidad en la que estamos inmersos, renovando pasos, recitando formas de ser, estar, fluir”
La potencia del escenario actual nos impulsa a una búsqueda esperanzadora de nuevas maneras de “estar- habitar -hacer” en nuestro espacio de formación continua; surgió entonces la sentida necesidad de comenzar a recorrer el camino de la auto eco organización y del principio dialógico, propuestos desde el pensamiento complejo, a los efectos de:
– Nutrir nuestras identidades
– Fortalecer la red organizativa desde una mirada sistémica y reticular de los procesos colectivos
– Potenciar la autonomía reflexiva, desde un hacer basado en la complementariedad, la colaboración y sentidos compartidos
– Desenvolver la capacidad creativa para transformar nuestras prácticas situadas
– Asumir plenamente la responsabilidad ético social para comprometernos en la construcción colectiva de saberes y prácticas de vida saludables
Para concretar nuestros objetivos, tomamos la decisión ética y epistémica de recrear el espacio de formación de facilitadores de biodanza habilitando la participación complementaria e interdependiente de didactas, profesores y estudiantes, confiando plenamente en la fuerza organizadora que surge de lo colectivo, del ejercicio pleno del poder reticular dentro de una red. En ese espacio todos y cada uno, desde su multidimensionalidad aporta al todo. Todos en uno y uno en todos. Para vivir y convivir entramados en la red, la clave está en volver a la vivencia de tribu.
Una comunidad sana es un círculo, o una cesta, que se mantiene unida por la confianza mutua, el respeto y la interdependencia.